lunes, 30 de diciembre de 2019

¿Blancanieves y los siete qué?

Casi tod@s hemos escuchado en nuestra infancia el cuento de Blancanieves. Ella es joven y guapa, blanca como la nieve, con el pelo negro azabache y los labios rojos como el carmín, y está enamorada de un príncipe alto y muy guapo (¡qué sorpresa!). Por otro lado, su madrastra, la reina, es una mujer despiadada y envidiosa, al punto de tramar un plan para matar a Blancanieves por ser más atractiva que ella.

De acuerdo, vamos a analizar algunas cositas (y sólo algunas) que rechinan de este cuento, en particular, de la versión Disney.

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En primer lugar, las dos versiones de feminidad que nos enseña: La princesa y la villana. 
La villana suele ser una mujer adulta, soltera e independiente que tiene perfectamente claras sus metas. Desgraciadamente, añaden siempre a estas características otras no muy agradables como la frialdad y falta de empatía, la crueldad extrema y la envidia.  La princesa, por otro lado, es una jovencita sensible y con un buen corazón, pero más manipulable, con las ideas no muy claras y cuya máxima ambición es encontrar a un hombre con el que compartir el resto de su vida, pero del que se enamora por sus aspectos más superficiales.

Resultado de imagen de principe blancanievesPero no sólo hace esto con la imagen de la mujer, también nos enseña dos versiones de la masculinidad: El príncipe y los enanos mineros (la hegemónica en aquella época y la subordinada).  El príncipe cumple con todos los cánones de belleza sociales del momento, tiene dinero, vive en un gran castillo, no sabemos si es inteligente o no pero por lo menos canta como un profesional. 
Los "enanos", al contrario, tienen cada uno su personalidad bien definida (Feliz, Tímido, Gruñón, Sabio, Mocoso, Dormilón & Mudito); sin embargo, ni son físicamente atractivos, ni pertenecen a una clase social media o alta y además son sucios y desordenados.

Este último aspecto es realmente interesante. Cuando Blancanieves llega a la casa de los siete hombres acondroplásicos (o con enanismo), se encuentra con un suelo lleno de polvo y mugre, una mesa con platos y cubiertos usados y sin limpiar, calcetines sucios y zapatos de por medio, un techo y una escoba con telarañas y unos cristales casi opacos por la grasa y suciedad. Al ver el tamaño de las sillas asume que son niños pequeños los que viven allí, y por el estado de la casa le dice esto a los animales del bosque que la acompañan: "¿Creéis que su madre... -Oh, espera. ¡A lo mejor no tienen madre! ¡Pobrecitos!"  Cierto, al parecer no era responsabilidad del padre enseñar a mantener limpio y ordenado el espacio en el que vives, comes y duermes.

Imagen relacionadaFijaos en la forma de dibujar ambos tipos de personajes, casi parece que estén sacados de películas diferentes. Mientras se guardan y estilizan las proporciones faciales en el príncipe, en los siete hombres con acondroplasia se caricaturizan de forma extrema. 

Es cierto que este trastorno óseo repercute también en las proporciones del rostro de las personas que lo padecen, por el desarrollo de los huesos del cráneo. Pero eso es una cosa, y otra convertir a los siete personajes en criaturas con apariencia más fantasiosa que humana.


Nos preguntamos cómo se sentirá un/a niño/a con acondroplasia cuando visualice la película Disney de Blancanieves y vea que hay siete personajes con los que comparte una característica muy poco normalizada, pero resulte que sean los más sucios y desordenados de toda la película y, aparte, los que jamás encuentran una pareja y se vean obligados a vivir en una casa apartados del resto de la sociedad.

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Por ello, ¡en una de las próximas entradas propondremos un final alternativo a esta versión Disney del cuento! Esperamos haberos hecho reflexionar sobre aquello que siempre ha sido así. ¡Nos vemos en la próxima entrada!

Fdo: Tac, Tec, Tic, Toc & Tuc.

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